Lo que Nancy quería

Al bordel del colapso: Nancy (Laraine Day) ve el abismo en plena ceremonia nupcial

THE LOCKET (La huella de un recuerdo, John Brahm, 1946)

DIRIGIDA POR UNO DE LOS FUGITIVOS de Hitler, el alemán John Brahm, The Locket contiene uno de los mejores y más elaborados retratos femeninos del cine norteamericano: el de Nancy Monks, magníficamente interpretada por Laraine Day.

Por aquellas fechas, Rita Hayworth, Ava Gardner y especialmente Barbara Stanwyck habían prestado sus fisonomías a un arquetipo de mujer peligrosa que podía acarrear la perdición de un hombre e incluso de varios. Nancy Monks introduce una sugestiva variante: se trata de una mujer cuyo aura de decencia, su rostro angelical y sus exquisitas maneras esconden una personalidad destructiva. Ni el espectador ni los hombres que conoce a lo largo de la historia (un pintor, un psiquiatra y un potentado, que marcan el ascenso social del personaje a través de las sucesivas relaciones que mantiene con cada uno de ellos) habrían sospechado que bajo esa hermosa fachada se alojan la mentira, el robo y el asesinato.

Para facilitar el trabajo a los detectores de misoginía, digamos que la idea se debe a una mujer: Norma Barzman, esposa del escritor «blacklisted» Ben Barzman, luego guionista de las superproducciones de Bronston rodadas en España. El gran actor Hume Cronyn adquirió el guion con el propósito de dirigir la película, cuyo papel principal quería confiar a su segunda mujer, la también actriz Jessica Tandy. Pero la extraordinaria intérprete de Paseando a Miss Daisy no era aún famosa y su marido carecía de experiencia tras las cámaras, de modo que el proyecto encalló. Al final Cronyn revendió el guión a RKO, reelaborado por Sheridan Gibney bajo su título original, What Nancy Wanted, que asimismo era el título de rodaje del filme hasta que éste fue reemplazado por The Locket (El colgante).

La historia se estructura en tres relatos que se contienen a modo de muñecas rusas. La película arranca el día en el que Nancy va a casarse con el rico John Willis (Gene Raymond), quien a punto de acudir a la ceremonia recibe la visita del psiquiatra Harry Blair (Brian Aherne). Éste le pone en antecedentes sobre su novia, cuya trayectoria empieza a conocerse a través del testimonio del pintor Norman Clyde (Robert Mitchum), quien a su vez trató de prevenir a Blair en las vísperas de su boda. El relato de Clyde incluye además un tercer «flash-back», que se corresponde con la dramática confesión de Nancy. La chica se retrotrae a la infancia para explicar el origen de su trauma: hija de un ama de llaves, fue acusada por la dueña de la casa del robo de un colgante, lo que motivó que su madre fuera despedida.

En 1945, Edgar Ulmer había desvelado otro perfil psicótico en The Strange Woman, con el concurso de la bella Heddy Lamarr. Nancy Monks va un poco más allá: ha metabolizado el engaño y la mentira hasta convertirse en un ser transparente y amoral, guiado por un egoísmo perfecto y habituado a poner su cara más linda cuando –oh, cielos– surgen los problemas.

El aplomo de la mujer roza lo inhumano y da pie a dos momentos escalofriantes. Al regreso de una fiesta, Norman descubre que la alhaja desaparecida en la casa de sus anfitriones está en poder de Nancy, a la que, por supuesto, pide una explicación. Ésta responde con perfecta naturalidad que deseaba la joya y que por eso la cogió. Más tarde, en plena guerra mundial, Blair desentierra de los escombros un cofre lleno de alhajas, desaparecido de una aristócratica mansión inglesa visitada recientemente por los esposos;creyendo haber desenmascarado a la cleptómana, el psiquiatra le enseña primero un collar y luego el cofre entero, pero lejos de derrumbarse Nancy replica con los ojos muy abiertos: “¿Hay más?”

En estas circunstancias se explica que la mujer enloquezca –literalmente– a los hombres. Nancy salta por encima de cuantos obstáculos se interponen entre ella y sus deseos. El ciclo del colgante, iniciado en la infancia de la bella, se cierra irónicamente al final, cuando su suegra –de hecho la mujer que la expulsó de la casa, a la que Nancy ha regresado por medios fácilmente imaginables– se lo ofrece como regalo de bodas.

Como buena película norteamericana de su época, The Locket incluye interpretaciones psicológicas, expresionismo formal (véase la distribución de líneas en la escena en que Norman ve salir a Nancy del cuarto del hombre asesinado), deslizamientos oníricos (Blair se precipita hacia la ventana por la que Clyde se ha arrojado al vacío y su mirada queda congelada en la visión del abismo), cuadros de alto contenido simbólico (premonitoriamente Norman ha elegido a Nancy como modelo de su Casandra, retratada con los ojos vacíos) y escenas de pesadilla, como el desfile de la novia, que, caminando como muñequita hacia su tarta de bodas, descubre en la alfombra siniestros arabescos que dislocan su percepción y la hacen desmayarse.

El productor Bert Glanet supo jugar sus bazas. Apostó por Laraine Day (entonces bajo contrato con Paramount) para el papel principal, deseado por Olivia de Havilland, que al final «se conformó» con otro complicado psicodrama, The Dark Mirror (A través del espejo), bajo la dirección de otro alemán emigrado, Robert Siodmak. Glanet asignó las luces a un maestro de la casa, Nicholas Musuraca, e importó de la Fox al director hamburgués John Brahm, alentado por sus créditos en The Lodger (Jack el destripador, 1944) y Hangover Square (Concierto macabro, 1945). Fascinante melodrama negro, The Locket ha quedado como su obra más lograda y una de las flores del mal del cine norteamericano de posguerra. ♠

4 comentarios en “Lo que Nancy quería

  1. En la escena previa a la boda hay un momento muy bello, en que la escisión de la protagonista se hace sensible mediante la superposición de músicas (la marcha nupcial, y la de la caja de música que la devuelve a sus traumas infantiles); luego la banda sonora se hace más retumbante y efectista, pero sigue siendo magnífica la secuencia siguiente, en que la novia ve en el suelo imágenes de escenas anteriores de la película.

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    • Los alemanes emigrados eran especialmente diestros en la filmación de sueños, pesadillas y situaciones traumaticas. El productor escogió a Brahm porque, según él, era aleman «pero no demasiado». Bueno, parece que JB se las arregló para jugar sus germánicas bazas al abrigo de una historia que exigía un enfoque imaginativo, de hecho es su película más elaborada en el plano formal.

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    • «Cat People & «The Curse of the Cat People», «The 7th Victim», «Out of the Past», «Gangway for Tomorrow», «The Spiral Staircase», «Blood on the Moon», «Clash by Night»… El estilo visual de RKO sería impensable sin la contribución de Musuraca, sin discusión uno de los grandes.

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