Sobre las ruinas del mundo

Paul (Neil Hamilton) e Inga (Carol Dempster), en la parcela alquilada a los astilleros berlineses

ISN’T LIFE WONDERFUL? (La aurora de la dicha, David Wark Griffith, 1924)

EN EL LIBRO DEL OLVIDO hay un capítulo reservado a los pioneros. Basta haber abierto camino o colonizado algún territorio virgen para que la posteridad honre al precursor con vagos elogios y pase de largo. No es una exageración. Pocos saben a estas alturas que John Field es el padre del nocturno, o que Liszt lo fue del poema sinfónico; y pronto nadie recordará que Griffith sentó — como dicen los manuales— las bases del relato cinematográfico, a no ser para renegar de su paternidad o escupir sobre su memoria.

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Último acto

En el Führerbunker: Adolf Hitler (encarnado por el gran actor suizo Bruno Ganz, fallecido en  2019) estrecha las manos de Eva Braun (Juliane Köhler), rodeado de sus partidarios

DER UNTERGANG (El hundimiento, Olivier Hirschbiegel)

EN SU ENSAYO “SOBRE LA HISTORIA NATURAL DE LA DESTRUCCIÓN”, el escritor alemán W. G. Sebald analiza las causas del silencio que su país se impuso tras la derrota en la Segunda Guerra Mundial. Negación de la memoria, pocos y marginados testimonios literarios, un tácito acuerdo colectivo de no mirar hacia atrás fueron algunas consecuencias de la debacle nacional, en la que la humillación y el sentimiento de culpa fueron reemplazados por una capacidad de regeneración interna que paradójicamente salió fortalecida tras la caída del Tercer Reich y el bombardeo de las ciudades alemanas por la aviación británica.

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Historia universal de la pesadilla

El hombre que ríe: Iván el Terrible (Conrad Veidt) trata de detener el tiempo en uno de los alucinantes pasajes del filme, obra capital del expresionismo alemán

WACHSFIGURENKABINETT

(El gabinete de las figuras de cera, Paul Leni y Leo Birinsky, 1923-1924)

COMO LA DEL FRANCÉS JEAN VIGO, la del alemán Paul Leni fue una carrera corta pero intensa. A los quince años ya se había incorporado a la vanguardia del arte alemán, dentro del grupo Der Sturm, y poco después el prestigioso director de teatro Max Reinhardt lo empleaba como decorador y diseñador, faceta que desarrollaría a lo largo de su etapa europea. Ésta concluye con el que quizá sea su titulo más famoso y una de las claves del expresionismo: Wachsfigurenkabinett (en España El hombre de las figuras de cera).

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