Cuatro puentes

IMAGINO QUE TODO SURGE a raíz de la publicación de la última encuesta de la revista Sight and Sound acerca de las mejores películas de la historia, sondeo que ha reavivado la fiebre cinéfila por las listas. Varias personas se han puesto en contacto conmigo para conocer mi elección. No son legión,  sino falange, de hecho pueden contarse con los dedos de una mano, pero precisamente por ello les agradezco su interés, máxime cuando este blog ha quedado en punto muerto.

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Sobre las ruinas del mundo

Paul (Neil Hamilton) e Inga (Carol Dempster), en la parcela alquilada a los astilleros berlineses

ISN’T LIFE WONDERFUL? (La aurora de la dicha, David Wark Griffith, 1924)

EN EL LIBRO DEL OLVIDO hay un capítulo reservado a los pioneros. Basta haber abierto camino o colonizado algún territorio virgen para que la posteridad honre al precursor con vagos elogios y pase de largo. No es una exageración. Pocos saben a estas alturas que John Field es el padre del nocturno, o que Liszt lo fue del poema sinfónico; y pronto nadie recordará que Griffith sentó — como dicen los manuales— las bases del relato cinematográfico, a no ser para renegar de su paternidad o escupir sobre su memoria.

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School for Violence

Los jóvenes se dan citas mientras la muerte hace sus planes

ELEPHANT (Gus Van Sant, 2003)

POR MUCHO QUE SE NOS ASEGURE que “son ficticios” todos los lugares y personajes que aparecen en Elephant, a nadie se le oculta que la película de Gus Van Sant es una recreación libre de la matanza del Instituto Columbine de Littleton, Colorado.

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El rito y la mano

Michel (Martin Lasalle), en la escena inicial

PICKPOCKET (Robert Bresson, 1959)

EN CIERTA OCASIÓN, Robert Bresson aseguró que nunca pondría sus manos sobre las grandes novelas de Dostoyevski, sobre Demonios y Los hermanos Karamázov. Sin embargo, en 1959 había entregado la que sin duda es la mejor y más secreta adaptación de Crimen y castigo: Pickpocket, en la que Raskólnikov el asesino se reencarna en Michel el ladrón, un joven solitario que cree en la superioridad de los más aptos.

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Vía crucis

Renée Falconetti, iluminada por Rudolph Maté, en su mítica interpretación de la doncella

LA PASSION DE JEANNE D’ARC (La pasión de Juana de Arco, Carl Th. Dreyer, 1928)

EN EL SOLITARIO CAMINO RECORRIDO POR CARL DREYER, La Passion de Jeanne d’Arc es la estación más frecuentada, el lugar común, fascinante o fastidioso, que concita a creyentes y ateos, devotos y escépticos, curiosos apercibidos y turistas accidentales. ¿A qué se debe su leyenda? ¿Qué la hace tan influyente?

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